La convocatoria a los eventos en los que participó el escritor fue sospechosamente reservada. Breves notas en los periódicos locales y, naturalmente, en el canal de televisión que pagó su asistencia durante el día anterior a su llegada, fueron todo lo que pudo llegar al conocimiento del público, evitando que un buen número de ciudadanos con conciencia cívica, enterados del acontecer actual y sabedores de los brincos ideológicos del nuevo europeo, pudieran enterarse de su presencia en el país. El acceso a la conferencia se limitó a los que portaban invitaciones enviadas por la banca auspiciante, quienes elegantemente vestidos ingresaron al Teatro Sucre por la Corte Superior de Justicia, edificio público cuyo acceso se restringió para el efecto. A un tiempo se veía desfilar a los empleados del servicio de catering, portando enormes fuentes de comida y licores para los asistentes.
Hacia el final de la década del 70, Vargas Llosa inicia su ruptura con Cuba y su rechazo al socialismo. Criticado por muchos pensadores latinoamericanos, a quienes llamó "intelectuales baratos", inicia una arremetida continua contra el régimen de Fidel Castro, contra sus colegas escritores que seguían militando en la política progresista y, más recientemente, contra los mandatarios sudamericanos a quienes ha venido a llamar "nuevos caudillos bárbaros", grupo en el que ubica a Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa, al tiempo que elogia el trabajo de Lagos y Lula Da Silva. Su espectacular mutación política le valió el reproche de importantes intelectuales alrededor del mundo:
En cuanto a Vargas Llosa, por favor… Hace poco recordaba alguien, en una entrevista, una frase suya: Hay dos cosas sobre las cuáles yo no transigiré jamás en mi vida: la revolución cubana y Flaubert. Después transigió. Porque yo lo había visto criticar a Cortázar y a García Márquez por no ser militantes de un movimiento realmente revolucionario, como se consideraba él. Ahora es difícil creerlo.
Y es difícil olvidar su posición política constante: su rompimiento con la Revolución cubana para poder lanzar su candidatura a la Presidencia del Perú, vergonzosamente derrotado por Fujimori, su pregón periodístico para que no se sancione a los militares de la dictadura argentina porque eso podría "afectar a la democracia" del país, su defensa de todas las causas perdidas…, son razones suficientes para saber qué pensar de él.
-Jorge Enrique Adoum
Esto de los caudillos bárbaros lo he leído muchas veces y lo escuché muchas veces. Es la resurrección de uno de los mitos más caros, más entrañables de los dueños del poder en América Latina, que es el mito de la civilización y la barbarie. Este es un acto de auto desprecio, que es una herencia colonial y se ha convertido en la cultura dominante, que es lo que yo llamo cultura de la impotencia.
-Eduardo Galeano.
Precisamente por haber disfrutado tanto, como lector, de la obra de Vargas Llosa, me entristece particularmente esta injusta diatriba, esta falta de mínimo respeto a quienes, como él, aunque probablemente no tan bien como él, luchamos a diario con la palabra y tratamos de convertirla en literatura, es decir, en patrimonio de todos. Hace tiempo que nos hemos resignado a que no esté con nosotros, en nuestra trinchera, sino con ellos, en la de enfrente, pero en cambio no podemos resignarnos a que, por diferencias ideológicas o amparado quizá en las dispensas de la fama, recurra al golpe bajo, al juego ilícito, para reforzar sus respetables argumentos.
Afortunadamente, la obra de Vargas Llosa está netamente situada a la izquierda de su autor, y seguirá siendo leída con fruición por los zombis, los robots y los perros de Pavlov.
-Mario Benedetti
En los dos eventos realizados en Cuenca, un grupo de personas esperó con paciencia el momento adecuado para poder ejercitar la verdadera libertad de expresión y saludar como se merecía al ilustre huésped. El hecho de que años después de haber sido admirado por las izquierdas latinoamericanas, ahora sea cobijado alegremente por las derechas; y de que sus libros, a diferencia de los de otros autores latinos, hayan sido publicados y republicados masivamente por editoriales del primer mundo; sumado a la suerte de militancia comercial que, a sueldo de la banca privada y los grandes capitales, ha emprendido en contra de los nuevos líderes de América Latina a través de un discurso neoliberal, disfrazado de apología de la libertad de expresión y pensamiento; le valieron la respuesta de algunos ciudadanos que supieron resumir en frases cortas la larga verguenza e indignación que han venido sintiendo.