Coincide con el Jueves Santo la publicación de un nuevo artículo invitado, esta vez de Marco, de Bajo tu Mirada, quien tuvo la gentileza de enviarme un texto de opinión y reflexión sobre un tema que tenemos en común: el enfrentamiento del hombre con lo que no comprende; la racionalidad frente a la necesidad creer en lo inexplicable; la fe frente al conocimiento positivo.
Siempre oí decir que el niño es como una esponja: capaz de absorber a bien toda la información, a veces correcta, justa, idealista; a veces, errónea, vertical y mítica, convirtiéndose ésta en un axioma, libre de cuestionamiento. Somos la herencia de los aciertos y las taras de nuestros padres. La figura, por ejemplo, del padre, se convierte en aquella imagen a la cual imitar; la figura etérea a la que todos buscamos parecernos al crecer; hasta que nuestro cerebro llega, poco a poco, a la mundana conclusión de que es un ser humano más, con tantas virtudes como defectos. Pero ¿qué sucede cuando sus virtudes no han sido cuestionadas y los defectos no han sido en ningún momento revelados como tales hasta después de que aquel ilusionado niño es ya un hombre, con una educación y cultura formada.y definida? ¿Acaso es fácil ver los errores o defectos sin justificarlos? ¿Acaso la imponente imagen cuando niño será cuestionada por algún intruso y apócrifo conocimiento que pueda hacer temblar las tan sólidamente edificadas imágenes de nuestro héroe?
Hasta no hace mucho, la tristemente célebre frase, "la letra con sangre entra" era alegremente recurrida por quienes tenían el deber de formar una juventud sana, arrastrando sobre sí la libertad del uso de la violencia para la educación de sus hijos y alumnos. Era común a la vez, el reclamo de los padres exigiendo mayor "disciplina" dibujada en palizas al educando por un futuro mejor, cuando las travesuras o distracciones no eran suficientemente mermadas. ¿Quién iba a protestar? ¿Quién iba a cuestionarlos? No se podía poner en tela de juicio un acto de fe, así debía ser, amén. El acto de Fe consiste en creer sin saber, creer en ignorancia. Creer según la Real Academia Española es "tener por cierto algo que el entendimiento no alcanza o que no está comprobado o demostrado".
Para bien o para mal, muchos, durante su metamorfosis de niño a adolescente y de adolescente a adulto, por distintos motivos han cuestionado, en un mundo occidental casi totalmente católico, la existencia de un Yahvé, a pesar de haber crecido bajo una avalancha de propaganda eclesiástica que vende un ente omnipotente con una personalidad basada en la inteligencia absoluta, la bondad y en la justicia, ¡justicia que varía de acuerdo a la época!, no podemos comparar la justicia parcial y cruel del antiguo testamento con la del nuevo; pero esto no es ningún problema existencial ya que son pocos los creyentes que han leído la Biblia, pero sí han asistido a misa y han visto a Charlton Heston abrir las aguas junto a todas las películas de semana santa y navidad: es pues que los creyentes en su mayoría no tienen la menor idea de quién es aquella deidad en quien creen y en el mejor de los casos la adaptan, muy convenientemente, a su propia moral, inventándose un dios personal, librándose así, de alguna pregunta incómoda, con la más conformista de las respuestas: un Dios a su propia manera, ajustado a su educación; un superman personal que responde sólo a sus propias convicciones dejando sin razón de ser a algún uso cerebral para hallar respuestas a aquellas naturales dudas que acosan a quien empieza a conocer al hacedor de todo sin sentirse obligado a justificarlas.
Los creyentes aun afirman, mano en pecho, cómo Yahvé castigó a los judíos por tener otro Dios, abriendo la tierra y tragándose a los pecadores, o sea que Charlton Heston no había mandado a los Levitas a ejecutar a 3000 personas tal y como dice la Biblia; e incluso algunas partes del libro sagrado, les parecen condenables. Hasta que se enteran que fue un acto de Dios; en ese momento entra a tallar la bendita Fe y todo se justifica: "dios tiene extrañas maneras de actuar". ¿Tienes dudas? Pues ¡Fe! ¿Cristo es totalmente diferente a Yahvé? ¡Pues Fe! ¿Las respuestas no satisfacen? ¡Pues Fe! ¿No hay lógica? ¡Pues Fe! ¡Fe instantánea al alcance de sus manos! ¡Amén! La historia ha mostrado en todas las culturas del planeta la veneración a un dios, sea tangible o no; innumerables dioses antropomorfos, asteroides etc., han calmado el miedo humano. La creencia en algo superior, inherente a nuestra naturaleza, demuestra el miedo a una vida sin sentido, consecuencia del desarrollo del universo, miedo a no saber que hay mas allá, miedo a que nuestras vidas no se prolonguen más que la natural, la que conocemos. Nuestra avidez de supervivencia; ese deseo primitivo de querer alargar nuestras vidas lo más que podamos, el dar una segunda oportunidad a nuestras posibles aburridas existencias para enmendar los errores o disfrutar de lo que por nuestras limitaciones, no pudimos en ésta.
Dios existe como creación humana y no viceversa; fue creado por el hombre como respuesta a toda nuestra ignorancia, a todo lo que desconocemos, a nuestro miedo y a nuestras frustraciones.
Para creer se necesita saber; hay que hacer uso de aquellos recursos que nos diferencian de los animales; el conocimiento y la inteligencia; y si son regalos de Dios, pues ¿qué mayor insulto a tamaña deidad, el profesar su existencia sin el único regalo que nos dio para diferenciarnos de el resto de la creación?