La ingesta de alcohol es consustancial a las reuniones sociales. No sólo en las celebraciones fastuosas, sino en los pequeños encuentros, incluso casuales. Imposible concebir la diversión sin alcohol y/o drogas. Marcas posicionadas como Johnny Walker y Jack Daniels se valen de un ingenioso concepto de "virilidad" para vincular el consumo del alcohol con el éxito, la popularidad y la aceptación social. En los mercados todo es promesa de felicidad: desde un desodorante que atrae chicas, hasta una línea de ropa que eleva al que la usa por encima del común de los mortales, la capacidad de consumir es directamente proporcional a la posibilidad de alcanzar la dicha. Aquí no interesa el desarrollo de una idiosincrasia propia, sino más bien la uniformación, es decir, el libre juego de la oferta y la demanda, lejos de propiciar la aparición de más opciones para las personas, les impone una sola: consumir.
¿Por qué una persona querría intoxicarse con alcohol y/o drogas? Hemos mencionado las campañas mediáticas y sus inteligentes estrategias para hacer creer al individuo que "necesita" un producto para ser feliz. Pero adentrándonos, profanamente, en la psiquis del borracho, diríamos que la búsqueda de un estado físico de aletargamiento y desinhibición responde a un vacío: el individuo no se basta a sí mismo. Tal vez quiere socializar con más facilidad, quizá sólo así se atreverá a bailar o a declarar sus sentimientos... tal vez lo que busca es un pretexto para desfogar su ira o sus frustraciones, una vez intoxicado. Tal vez en fin, el borracho es una persona triste, confundida, sin horizontes, cuya única válvula de escape es una droga que está al alcance de todos por ser legal, y en otros casos más elitistas, será una costosa sustancia del mercado negro.
Que no se me entienda mal: desde un punto de vista jurídico-doctrinario, abogo por la legalización de las drogas actualmente prohibidas, como mecanismo certero para terminar con la dañina mafia del narcotráfico, y también porque es necesario diferenciar el "derecho a la vida" del "derecho sobre la vida". Cuando se trata de salud pública, hay que educar y prevenir, pero no se puede imponer a una persona un estilo de vida determinado en tanto éste no perjudique a terceros. Por otro lado, desde una perspectiva filosófica, creo en la tolerancia como camino hacia la paz social.
Nunca he consumido drogas y recientemente dejé de ingerir alcohol. Mi reflexión fue sencilla: no me agrada su sabor, al beber en exceso actúo de forma exageradamente desinhibida, además de la resaca física, que de por sí es un mal intolerable, se produce la resaca moral, que sumada a las lagunas mentales configuran un cuadro patético buscado a propósito y sin propósito alguno.
Aclaro que personalmente, me gustan el vino y la cerveza. En dosis moderadas no resultan dañinos, el problema es que para muchos, es imposible detenerse una vez que han comenzado: se sorprenderían del porcentaje de individuos que son alcohólicos sin saberlo, pues beber todos los fines de semana ya configura un nivel de alcoholismo, aunque sea tolerado bajo la etiqueta de "bebedor social". En cualquier caso la dosis diaria máxima de alcohol que soporta el organismo es la contenida en una copa de vino o un cuarto de vaso de cerveza.
El alcohol deprime el sistema nervioso central, retarda la capacidad de respuesta y razonamiento de las personas. Es causa de accidentes de tránsito, incide en la violencia familiar, coarta los proyectos de vida de la gente y muchas veces produce consecuencias irreparables. ¿Por qué nos auto lesionamos? ¿Por qué escogemos la levedad del placer efímero a riesgo de sacrificar el bienestar a largo plazo? Quiero ensayar una respuesta: no somos autosuficientes, no nos hemos cultivado como para ser independientes. Y de ser así, necesitamos ayuda profesional. El psicólogo aplicará terapia, el psiquiatra recetará drogas, sí, pero drogas controladas con finalidades específicas y administradas en dosis apropiadas. ¿Por qué no asumir nuestras carencias y trabajar sobre ellas en lugar de disfrazarlas con venenos?
A continuación, la pregunta "¿por qué tomas no tomas alcohol?", planteada a dos jóvenes músicos ecuatorianos:
Genaro, 21 años: dejé el alcohol porque me di cuenta de que la diversión que antes obtenía gracias a la ebriedad traía consecuencias que podían ser graves. A medida que pasaba el tiempo, se me fue haciendo más absurdo ver a la gente embriagarse; por ejemplo, niños de 15 años que toman hasta perderse sin que haya otro motivo que la presión social. No estoy contra la gente que toma, yo mismo no me considero straight edge . Incluso creo que por cultura general debe saberse catar un whiskey o un vino, pero que alguien me diga "porque eres mi amigo tienes que tomar conmigo", me molesta bastante. Desde que no bebo he dejado de descuidar las cosas importantes, soy más responsable y estar lúcido me permite cuidar a mis amigos que beben. En cuanto a mi trabajo, yo ensayo los fines de semana y si tuviera que aguantar resacas me convertiría en un miembro irresponsable de mis bandas. Hay diferentes tipos de músicos, pero en mi caso, al componer melodías emotivas, no son útiles los estados mentales alterados; prefiero inspiraciones como mi ideología y la pasión que ella despierta, o la devoción que se puede sentir por algo. No creo que sea necesario ser abstemio para ser buen músico, sencillamente admiro a representantes de la cultura Hardcore Punk que decidieron cuidar su cuerpo; lo que no significa que esta sea una condición sine qua non para destacar en algo.
Pablo, 20 años: Todo acaba siendo bastante relativo y circunstancial; personalmente, no ingiero como vodka, ron, tequila, whiskey, etc., porque no me gusta su sabor y me parece innecesario; pero, por ejemplo, una cerveza fría o un cóctel dulce, son deliciosos en circunstancias específicas. Creo que todo se resume a cómo lo manejes, si permites que la costumbre de tomar y realizar actividades en torno a tomar, se te vaya de las manos; pero si al contrario, lo consideras un recurso mas, entre miles que hay en la tierra, puedes controlarlo y saber decidir lo que es mejor para ti.
Y ustedes, ¿podrían vivir sin ingerir acohol?