Aunque los artículos para esta semana estaban planificados, me pareció necesario adelantar un tema que tarde o temprano iba a abordar: el trato ético de los animales. El sentimiento de urgencia apareció a raíz de los comentarios vertidos en esta entrada del blog de Pitonizza.
Mi afecto hacia los animales no humanos data de toda la vida. En particular he sentido un especial cariño por los perros, debido a su nobleza e infalible lealtad, según comenté alguna vez en este artículo, el cual contiene historias protagonizadas por canes. La compasión y el respeto hacia los animales me había parecido siempre algo tan lógico como el trato considerado que nos debemos entre individuos de la especie humana. Y sin embargo he encontrado historias como la siguiente:
La información sobre el maltrato salió a la luz cuando la organización PETA, se enteró por medio de una queja de uno de los trabajadores de esta finca que aseguraba que allí se cometían todo tipo de abusos, a lo que PETA envió a dos investigadores encubiertos a buscar empleo allí y fue así que grabaron aterradoras imágenes:
- Un supervisor introduce una caña en la vagina de una cerda, la golpea en la espalda unas 17 veces y luego golpea a otro animal.
- Se encontraron laceraciones en más de 30 cerdos.
- Dos hombres fueron vistos introduciendo alfileres en los ojos y rostros de los cerdos. Otro supervisor picó los ojos de dos animales con sus dedos.
- Un supervisor patea a un joven cerdo en el rostro, abdomen y genitales para hacerlo caminar y le dice al investigador de PETA: "tienes que apalear a la cerda, hazla llorar".
- Un trabajador que pesaba unas 315 lbs. le da tres puñetazos en la espalda a un cerdo y se sienta en la cabeza del animal.
. (Fuente y Vídeo. Puede herir sensibilidades).
Es tan solo un caso aislado entre los miles que ocurren a diario en todas partes del mundo. Algo tiene que estar funcionando mal en la mente de quienes no son capaces de conmoverse frente al dolor ajeno, más todavía si se trata de criaturas que no pueden defenderse en igualdad de condiciones.
Naturalmente, no les faltan torcidos argumentos a quienes, partiendo de la idea de que el hombre es amo y señor de la naturaleza, con legítimos derechos sobre los otros seres vivos, y único sujeto de protección, consideran que los animales, al igual que los seres inertes, son propiedad privada cuyo trato, ético o no, escapa a todo tipo de regulación y debe quedar a discreción del propietario. Sin embargo, las antiguas concepciones antropo-centristas han ido cediendo frente a nuevas formas de concebir la realidad, formas que incorporan puntos de vista multidisciplinarios y que ubican al ser humano como una de las entidades que habitan en el universo, como parte importante del ecosistema y la naturaleza, pero no como ente imbuido de la potestad de saquear y atropellar cuanto encuentra a su paso.
Asumir la libertad responsablemente no tiene que ver únicamente con la integridad y respeto que merecen los animales en tanto que seres vivos, sino también con la necesidad de conservar la propia dignidad del ser humano, la transparencia de su conducta y la proyección valorativa de sus acciones en todos los sectores de la realidad. Al fin y al cabo somos las personas quienes a lo largo de la historia hemos acuñado conceptos e ideas en una lucha constante por acercarnos a los valores ideales de equidad y justicia. Si hemos sido capaces de superar sistemas como el esclavismo y condenar prácticas sectarias como las racistas y las xenófobas, no tiene sentido retroceder en el recorrido de búsqueda de la verdad; también podemos dejar atrás los vergonzosos episodios de crueldad y abuso contra los habitantes no humanos del planeta.