La colección de ensayos de Jorge Enrique Adoum "Aproccimasión a la Paraliteratura" me ha hecho sonreír, reír a carcajadas y también reflexionar melancólicamente sobre la irresponsabilidad -o ingenuidad- de algunos autores que apenas manejan los aspectos formales del lenguaje y, lo que es peor, poco o nada aportan en cuestiones de fondo.
El término "paraliteratura" hace referencia a la actividad paralela a la literaria, que de alguna manera marcha junto a ella -¿o debajo de ella?- sin llegar a converger en ningún punto. Adoum destaca que el paraliterato, en rarísimas ocasiones incursiona en géneros como el cuento o el ensayo, siendo su terreno preferido el de la poesía; tal vez por considerarla más libre, sin reglas, siempre válida. Efectivamente, el ensayo requiere un soporte de investigación, la narrativa demanda creatividad en los argumentos, coherencia en la concatenación de ideas, habilidad en el manejo de los diálogos; la poesía, por otra parte, según parecen creer quienes la perpetran con indolencia, es una exteriorización desenfrenada de sentimientos y sensaciones. Esto último no es del todo falso, pero muchos olvidan que lo gratificante del arte es la reinvención de la realidad que la obra propone mediante signos propios, creando un pequeño universo dentro de otro.
En la naciente galaxia de los blogs, el fenómeno tiene su propia versión: si bien son innumerables las bitácoras de interés y utilidad -diarios de viajes, reseñas de eventos, ensayo periodístico, opinión, muestras artísticas, etc.-; no son menos los espacios ocupados por textos irreflexivos, producto quizá de la urgencia juvenil de exteriorizar el sufrimiento por la primera desilusión amorosa o de reivindicar espontáneamente la propia identidad. En principio esto no tiene ninguna implicación negativa: quién no ha escrito alguna vez a manera de terapia un "poema", imbuido por el romanticismo propio de los años mozos. Pero cabe preguntarse si todo texto debe ser publicado. En la era menos democrática del papel, esa decisión podía depender de un grupo de críticos, de un consejo editorial o, en cualquier caso, de la capacidad económica del autor. La maravillosa libertad digital, en cambio, le abre paso a la autodeterminación.
Es de lamentarse, concidiendo con el maestro Jorge Enrique, que los mentados poetas no tengan para leer, la misma constancia que para escribir.
No son pocos, por otro lado, los blogs cuyo objetivo es la opinión, expresión de un derecho fundamental del ser humano. Sin embargo, quizá la comodidad -o nuevamente la ingenuidad- hace que algunas columnas se parezcan más a un diario personal que a un espacio crítico, lo que nuevamente no es un problema en sí; lo incongruente es el afán de disfrazar un discurso doméstico y simple -en el que suelen abundar las oraciones construidas en primera persona- de artículo sesudo mediante el empleo de un estilo arrogante, a veces con un vocabulario innecesariamente rebuscado. Por regla general estos artículos no informan, no educan y tampoco entretienen (salvo cuando hacen reír); es más, ignoran por completo que el ensayo de opinión debe tener como núcleo un debate, una exposición de argumentos -que en Metodología de la Investigación se llama estado de la cuestión- que permita al lector observar cómo se ha llegado a las conclusiones.
Veamos algunos rasgos comunes a los textos paraliterarios online:
- El paraliterato no sabe que los puntos suspensivos son sólo tres (...) y tampoco conoce en qué casos deben emplearse: "hoy.......... que tan sola estoy......................."
- El paraliterato abusa de los signos de admiración (¡!) y nunca supo que en castellano se utiliza uno al comenzar la frase y otro al terminarla : por qué me dejaste!!!! Se aplica también a los signos de interrogación.
- El paraliterato casi nunca utliza signos de puntación tales como las comas (,), puntos (.), o punto y coma (;). Su texto es de "vanguardia" y no los necesita.
- Ni hablar de las faltas de ortografía: "haver" en lugar de "haber" o "haber" en lugar de "a ver".
- El paraliterato abusa de los pronombres demostrativos: "en aquella mañana en que aquellas manos que nunca olvidaré me tocaron con aquel calor".
- El paraliterato ensayista rara vez cita a otros autores, incluye referencias o da crédito a sus fuentes. Seguramente por que no las tiene.
- El paraliterato poeta piensa que escribir poesía consiste en dividir los textos en renglones cortos -en este punto estoy citando a Adoum- olvidando la cadencia. Eso cuando no intenta formular rimas no sujetas a medida que terminan sonando como testamento de año viejo.
En un espacio tan vasto como Internet, pensar que pueda haber control resulta ridículo e incluso desalmado (inevitablemente recuerdo la censura en China). Al fin y al cabo, mientras no cause un daño real, qué importa que alguien se dedique a publicar las ligerezas de su diario vivir, que por humana curiosidad terminamos leyendo de principio a fin. Lo trágico sería que esta intrascendencia se convierta en estándar y que el público exija cada vez menos, que llegue un momento en el que nos hayamos vuelto incapaces de entender un trabajo de mediana complejidad y ya no podamos interesarnos en nada que esté fuera de nuestro limitado rango de visión.